“El taller vincula a un escritor con sus pares, apuntala el proceso creador y desentraña las claves de la escritura: es un entramado que responde a un método preciso y a un conjunto de actitudes que siguen demostrando eficacia desde sus comienzos. En el taller se comparte el silencio mientras crece el murmullo. Es una travesía. La escritura en movimiento. El murmullo de la escritura que nunca cesa. Escribir, esa libertad que se limita a sí misma”.

Silvia Adela Kohan en Taller de escritura: el método

De los primeros días de clases tengo un recuerdo: al salir de la escuela, por vez excepcional, mamá nos iba a buscar a mi hermano y a mí a la salida para llevarnos a comprar los útiles y los libros que nos acompañarían durante el año. Después, íbamos a merendar juntos a una confitería que era un clásico del barrio Unión, en Montevideo, que fue el paisaje de mi infancia y adolescencia durante los años escolares y liceales. No recuerdo el nombre de la confitería, y es tarde ahora en Uruguay para enviarle un mensaje a mi madre para preguntarle. Me dejo ayudar por Google y llego a la respuesta: La Liguria. Según leo por ahí, tuvo su esplendor durante los 60′ (justo cuando mi mamá era una niña, ¿habrá ido ella a merendar con su madre después del primer día de escuela en ese entonces?) y cerró en 1997, es decir, cuando yo tenía diez años.

Son curiosos los recuerdos. Yo hubiera creído que, por su inmanencia, había ido a La Liguria muchos más marzos de los que efectivamente fui, teniendo en cuenta que comencé las clases en 1991. Lo que pasa es que la memoria asocia a esos días, aunque fueran pocos, la combinación de la excitación con la que salía de la escuela tras haber conocido a mi nueva maestra y a mis compañeros de curso; la emoción con la que buscaba la cara de mi madre entre los rostros de quienes esperaban; la libertad con la que podía escoger entre los más variados manjares del menú; la ilusión con la que de vez en cuando ojeaba las bolsas que guardaban mis nuevos tesoros de librería; la esperanza por lo por venir; y, finalmente, la vista de la transitada calle a esa hora del final de la tarde, desde esos ventanales de vidrio, sentada frente a una elegante mesa, sintiéndome rica, porque lo era.

Algo de todo eso se renueva en cada comienzo de cursos. Por fortuna, gracias a la profesión que he elegido ejercer, la sensación se ha prolongado en el tiempo. Con algunas variantes propias de la geografía y de los años, preparo como un ritual esos días en los que daré las primeras clases. Elijo, como antes, con cuál cuaderno y lapicera empezaré, cuáles serán los libros que acompañarán el viaje. Me doy el gusto de comprar alguno nuevo para sumar a la biblioteca. La excitación es ahora por conocer a las nuevas estudiantes y por el reencuentro con las que ya he compartido antes; la emoción es por la conexión que, siendo virtual, traspasa pantallas a través de sonrisas y miradas que confirman “te estoy viendo y siento lo mismo”; la libertad por seleccionar las autoras, los textos, las temáticas, los abordajes; la ilusión con la que me proyecto al futuro, la esperanza puesta en la certeza de todo lo que lograremos juntas… Finalmente, sintiéndome de nuevo rica, porque lo soy.

En mi trabajo puedo desarrollar lo que me apasiona. Puedo, como dice Kohan en el libro que cito al inicio, desarrollar “la idea inicial de taller de escritura como espacio feliz de producción”. Como terreno fértil. Como un amplio paisaje al atardecer, visto desde un gran ventanal por los ojos de una niña que todo lo cree y todo lo quiere.

¡Bienvenido, marzo! Ahora que empiezan los talleres, siento que llegaste. ¡Gracias a los grupos que empezarán conmigo esta aventura! Estoy ilusionada por dar lo mejor de mí y por encontrarme con lo mejor de ustedes. ¡Siempre hay un lugar más para quien desee sumarse! ¡Y que el comienzo sea feliz!

Lunes 6 de marzo (y todos los lunes de marzo, abril y mayo, de 19 a 21 horas Uruguay): Taller El camino del Artista – https://papelencero.com/el-camino-del-artista/

Martes 7 de marzo (y todos los martes cada quince días, de marzo a noviembre inclusive, de 19 a 21:30 horas de Uruguay): La Escuelita de Autoras, junto a Magdi Molnar – https://papelencero.com/escuelitadeautoras/

2 respuestas

  1. Con tu relato hice un viaje por “el túnel de tiempo”. Mientras lo leía enseguida me vino a la memoria “La Liguria”, incluso antes que tú la mencionaras; como no recordarla! En situaciones distintas, pero de niña también, mis padres me llevaban de vez en cuando a tomar el té a la salida del médico que quedaba en la calle Serrato. Yo también me sentía la niña más rica, y lo era.
    Gracias María por acercarme através de tu relato recuerdos de mi infancia y material para escribir!!!!

    1. Querida Ceci, qué lindo que compartamos este recuerdo, cada una con sus vivencias y en sus tiempos. Leí en los comentarios de la nota que contenía la foto de La Liguria que compartí en este posteo, que era un lugar donde se producían peñas literarias, y que Juana de Ibarbourou era asidua. Parece que en sus memorias se mencionan sus pedidos a la confitería para las reuniones que hacía en su casa, como para cuando agasajó a Federico García Lorca. Impresionante, ¿no? Más y más sincronicidades.

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